domingo, 10 de noviembre de 2013

Montblanc, uno de los lugares medievales mas bellos de Cataluña.

Hoy nos trasladamos hasta Montblanc, un municipio de la comarca de la Cuenca de Barberá en la provincia de Tarragona, Cataluña, para conocer uno de los lugares de mas interés de la Costa Daurada y rincón precioso por sus sensaciones, sabores y experiencias. 
Posee el título de Villa Ducal desde 1387. Su casco antiguo fue declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1948.

Si una cosa destaca de Montblanc es su historia, por ello vamos a conocer su fundación y evolución histórica a lo largo de los siglos.
En el paleolítico, la zona montañosa del municipio de Montblanc ya estaba habitada.


Entre los siglos IV y I aC en el Pla de Santa Bàrbara hubo un poblado íbero. También se han localizado restos romanos datados entre los siglos II aC y II dC y en los siglos X y XI, durante el período de reconquista, vuelven a aparecer núcleos de población tras siglos de abandono.

Hacia 1080 se creó el primer núcleo de población (Duesaigües) cerca de la confluencia de los ríos Francolí y Anguera. Se convierte en definitivo hacia 1150, ya finalizada la reconquista. Ramon Berenguer IV, en 1155, cedió la primera carta de población y nombró alcalde a Pere Berenguer de Vilafranca. Cambió el topónimo por el de Vila-salva (villa salvada de impuestos, ya que deseaba favorecer su desarrollo). Finalmente, la villa se pasó a denominar Muntblanc por la inexistencia de vegetación en la colina donde se situó el primer núcleo de población.

En el siglo XIV se continuaron las obras iniciadas y se comenzaron las más emblemáticas como son: el recinto amurallado y la iglesia gótica de Santa Maria. También se construyeron la iglesia-hospital de Sant Marçal y el palacio Alenyà. El municipio realizó una mejora de los servicios más necesarios como: el cubrimiento del Riuot (torrente que, en realidad, era la alcantarilla principal), baños públicos, prisión, molinos, hornos, etc. Pero, durante la segunda mitad del siglo XIV se entró en un largo período de decadencia. Un rosario de epidemias y malas cosechas fueron el preludio de tres centurias de recesión. Finalmente, pese a las negativas consecuencias de la guerra de Sucesión, con más saqueos a la villa, y alguna otra epidemia, inundaciones y malas cosechas, el siglo XVIII significó la recuperación de Montblanc gracias al desarrollo agrícola. 

Actualmente, Montblanc es la capital de la Conca de Barberà y tiene más de 6.300 habitantes. Es el centro comercial, industrial y de servicios de la comarca y la localidad más dinámica. Se ha convertido en uno de los puntos del interior de la Costa Daurada con mayor interés desde el punto de vista turístico.

Respecto a su naturaleza, Montblanc está situado al pie de las Montañas de Prades. Su situación convierte el municipio en punto de salida de numerosas rutas que recorren caminos de una gran riqueza paisagística y ecológica. Además el término municipal está atravesado por dos ríos principales, el Francolí y su afluente el Anguera, donde se puede ver una vegetación de ribera.
Precisamente en estos entornos naturales es donde se sitúan la mayor parte de agregados de Montblanc y las ermitas de San Joan y de San Josep, espacios ideales para pasar un rato con la familia. Destaca también el entorno llamado la Vall, una reserva de agua para la villa.
El punto más elevado del municipio es la Mola d'Estat, cerro situado a 1.126 metros, en las Montañas de Prades.
En definitiva, Montblanc tiene muchas y muy buenas oportunidades para disfrutar de la naturaleza, deporte, relajarse o simplemente dejarse llevar por sensaciones de calma, tranquilidad y contemplación.
A través de sus rincones, calles y plazas, el visitante puede percibir historias y leyendas vivas. Precisamente dos leyendas dan vida a dos fiestas muy destacadas de la villa como son la Semana Medieval de la Leyenda de San Jordi y las fiestas de la Serra que se celebran cada 25 años desde el 1906.
Cuenta la leyenda de San Jordi que para evitar el ataque de un dragón, se decidió librarle cada día un vecino. Se realizó un sorteo entre la población, incluida la familia real, y la suerte quiso que la persona escogida fuera la hija del rey. Cuando se disponía a ser engullida por el dragón apareció un caballero y la salvó hiriendo de muerte al dragón. Era San Jorge. En el lugar donde el dragón derramó su sangre nació un rosal de rosas rojas. Desde entonces se mantiene la tradición catalana en la que los hombres regalan una rosa a su amada. Anualmente, coincidiendo con el día de San Jorge (23 de abril) se organiza la Semana Medieval de Montblanc.


Si hablamos de la gastronomía de la zona, ofrece productos muy variados, Como por ejemplo los productos derivados del tocino elaborados de forma artesanal, como son la longaniza, la butifarras, etc
También podemos encontrar las típicas cocas de cebolla o de recapte, elaboradas según la tradición, las calçotades (se trata de cebollas tiernas que se mantienen bajo tierra todo el tiempo, para que estén lo más tiernas posible), se asan dentro de las brasas con su vaina exterior, para que se asen muy bien por dentro sin quemarse más que el exterior, y que se sirven a la mesa acompañados de salsa de romesco y carne a la brasa, y los exquisitos caracoles entre otros.
En lo referente al dulce destacar las cocas, dulces y azucaradas, elemento imprescindible, los merlets y montblanquins, dos especialidades muy parecidas que son unas almendras recubiertas de pasta dulce.

Hoy vamos a aprender como realizar la famosa coca de recapte, fácil de elaborar e ideal para fiestas y picoteos rápidos, consiste en una masa mezclada con escalivada, (pimientos y berenjenas al horno), a la que se le pueden añadir diversos ingredientes, como por ejemplo atún, cebolla, butifarra, aceitunas, tomate, arenque, etc.

Los ingredientes
Para la masa: 500 gr. de harina, 30 gr. de levadura, sal, 1 vaso de agua, 1 dl. de aceite de oliva.
Para la guarnición: 3 tomates maduros, 3 cebollas, 3 berenjenas, 3 pimientos morrones, 6 sardinas (o butifarra, o atún, o arenques), perejil, sal y aceite de oliva.
La preparación
Se trabaja la masa sin el aceite hasta que queda con suficiente consistencia. Se deja reposar unas tres horas para que fermente. Mientras tanto se hace la “escalivada”, esto es se asan los pimientos y la berenjena al horno o al rescoldo si se dispone de fuego. Se pelan, se limpian de pepitas y se cortan en tiras. Se vuelve a la masa y se mezcla el aceite. Se deja reposar de nuevo unos treinta minutos.
Finalmente, se extiende la masa en una placa de horno y se disponen encima la cebolla cortada fina, el tomate, la escalivada y las sardinas, y se espolvorea el perejil por encima. Ya solo faltará hornear unos treinta minutos a 180ºC.
Puede comerse caliente, recién hecha, pero la forma tradicional de consumo es fría y de un día para otro.



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